Pamela Quintana Hernández, Jefa de Carreras sede San Fernando CFTOH.
La importancia de la educación técnico profesional en el desarrollo de los países, ciudades y localidades es relevante. Se caracteriza por ser fundamental para el sector productivo, la equidad, sostenibilidad y crecimiento, entre muchas otras dimensiones.
Una mirada rápida a la situación de Latinoamérica, respecto de la educación y formación técnico profesional, indica que estamos avanzando como región hacia la comprensión de abordar más y mejores estrategias, para aportar al desarrollo territorial e impactar de forma positiva la vida de los estudiantes y sus familias. Sin embargo, un factor común entre nuestro país y los vecinos es el alto índice de vulnerabilidad, que como región supera el 30 por ciento y, que dificulta el acceso a la educación.
En Chile, a junio del año pasado, el Registro Social de Hogares reportaba que a nivel país, más del 65 por ciento de los hogares inscritos a esa fecha (17.139.691 personas) pertenecía a los tramos de clasificación socioeconómica más bajos, es decir, entre el 0 y el 60 por ciento. Muy similar el caso de la Región de O’Higgins, que sólo en el tramo del 0 al 40 por ciento correspondía a más de la mitad de la población inscrita. En palabras simples, el porcentaje de la población más vulnerable de nuestra región supera al promedio nacional, e impacta directamente a nuestros jóvenes. En la Provincia de Colchagua el panorama no es diferente. Las comunas de Placilla y Chimbarongo presentan las cifras más altas de pobreza por ingresos, y respecto de la pobreza multidimensional, lideran Chépica y Palmilla.
¿Y qué tiene que ver esto con la educación técnico profesional?Todo. Quienes nos dedicamos a la educación somos testigos de las diversas realidades de nuestros jóvenes. Entendemos las diferentes situaciones, muchas veces complejas, a las que se enfrentan y con ello, apoyamos los esfuerzos que dedican para modificar sus circunstancias personales, sociales y económicas. Una forma eficaz de luchar contra las adversidades de índole social y económicas es decidir por la educación. Un joven que decide cursar estudios en un Centro de Formación Técnica o Instituto Profesional tendrá un potencial empleo en menos de tres años, además de ciertas facilidades para trabajar mientras cursa sus estudios, lo que le permite soñar con un mejor porvenir en el corto plazo y contribuir con el crecimiento y desarrollo de su comunidad.
En ese sentido, y con la idea de hacer realidad este porvenir, es importante revisar detalladamente la oferta académica de las instituciones. Las carreras ofrecidas deben responder a las necesidades del sector productivo del territorio, con el objetivo de ofrecer al mercado los futuros técnicos profesionales que posean las competencias requeridas realmente por las empresas y que aseguren la empleabilidad. “Cuando un nuevo técnico profesional se incorpora al mercado se abren un sinfín de oportunidades”. Esto es cierto, siempre y cuando, posea las habilidades que la sociedad y el ecosistema productivo necesitan, y así lograr el éxito al transitar por el mundo laboral. También, es crucial identificar aquellas instituciones que cuentan con el acceso a gratuidad y becas. Un momento decisivo en la vida de un estudiante es el acto de matricularse, el cual conlleva un compromiso de varias aristas. La primera y más sustancial, trata de la voluntad de aprender y formarse en su disciplina, comprometiendo el esfuerzo y la dedicación para cumplir las exigencias académicas. Por otro lado, se destinan los recursos económicos que hoy por hoy escasean y que permitirán ejecutar diversas acciones en virtud de la formación