Abordando la Brecha de Género en los Cargos Directivos en Chile

La brecha de género en los cargos directivos es un tema de vital importancia en la sociedad contemporánea, especialmente en un país como Chile, donde persisten desigualdades arraigadas en las estructuras institucionales y culturales.

La directora de Escuela de Ingeniería sede Concepción de la Universidad Andrés Bello, presidenta del Comité de Igualdad de Género, Lilian San Martín, nos indica que: “Chile tiene una baja participación femenina en las mesas directivas de empresas, solo el 12,7%. Al ritmo actual, el país podría tardar 15 años en alcanzar los niveles de la OCDE (26,7%). Incluso en países con cuotas obligatorias de género, la equidad de participación en cargos directivos aún no se ha alcanzado. Para abordar estos desafíos, es importante incorporar a mujeres en puestos de liderazgo y adoptar una perspectiva de género en los proyectos que afectan a la comunidad. Esto ayudará a comprender las múltiples dimensiones de los problemas y a entregar soluciones más efectivas. Las mujeres suelen concentrarse en cargos de mediana jerarquía, perdiendo oportunidades de asumir cargos de alta dirección. En Chile, el 38% de las empresas no tienen ninguna gerenta mujer, y el 47% no tienen ninguna mujer en su directorio. A este ritmo, lograr la igualdad de género en los directorios de las empresas del IPSA tomaría 64 años. Las empresas SEP, que son empresas públicas, tienen una ley de cuotas que ha permitido que el 48% de sus directores sean mujeres. Sin embargo, tres de las principales empresas públicas, Banco Estado, Codelco y ENAP, no están sujetas a esta regulación”.

La brecha de género en los cargos directivos tiene sus raíces en una serie de factores históricos y culturales, durante mucho tiempo las estructuras patriarcales han perpetuado la idea de que ciertos roles y responsabilidades son más adecuados para hombres que para mujeres. Esta mentalidad se refleja en el ámbito laboral, donde las mujeres enfrentan barreras para acceder a posiciones de liderazgo debido a prejuicios arraigados y prácticas discriminatorias.

Esta disparidad se manifiesta de diversas formas, desde la subrepresentación de mujeres en consejos de administración y juntas directivas hasta la brecha salarial entre hombres y mujeres en roles directivos similares. A pesar de los avances en la igualdad de género en otros aspectos de la sociedad, la falta de representación femenina en los niveles más altos de liderazgo sigue siendo una realidad preocupante en Chile. La brecha de género en los cargos directivos no solo es una cuestión de justicia social, sino que también tiene importantes implicaciones económicas y sociales, la falta de diversidad de género en las altas esferas de poder limita la capacidad de las organizaciones para innovar y adaptarse a un mundo en constante cambio. Las perspectivas y experiencias únicas que aportan las mujeres son cruciales para la toma de decisiones informadas y la creación de entornos laborales inclusivos.

Además, la persistencia de esta brecha perpetúa la desigualdad económica entre hombres y mujeres, ya que las oportunidades de desarrollo profesional y el acceso a salarios competitivos siguen estando fuera del alcance de muchas mujeres en Chile, esto no solo afecta el bienestar económico de las mujeres, sino también el de sus familias y comunidades en general. Abordar la brecha de género en los cargos directivos requiere un enfoque integral que abarque tanto políticas públicas como cambios culturales en el ámbito laboral y la sociedad en su conjunto. En primer lugar, es fundamental promover la igualdad de oportunidades desde una edad temprana, fomentando la educación y el desarrollo profesional de las mujeres y eliminando los estereotipos de género en el sistema educativo.

Es necesario implementar políticas de igualdad de género en el lugar de trabajo, incluyendo medidas para garantizar la equidad salarial, promover la conciliación entre la vida laboral y familiar, y eliminar cualquier forma de discriminación de género en los procesos de contratación y promoción. Asimismo, es crucial fomentar una cultura organizacional inclusiva que valore y celebre la diversidad de género y promueva la participación activa de las mujeres en todos los niveles de liderazgo.

La brecha de género en los cargos directivos es un desafío multifacético que requiere un compromiso colectivo para abordarlo de manera efectiva. Solo a través de la colaboración entre el gobierno, el sector privado y la sociedad civil, podremos construir un futuro más equitativo y justo para todas las personas, independientemente de su género.

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