Por Octaviano Torres Muñoz, Rector CFTOH.
En mis inicios como docente y a la vez mi entrada a la educación superior a principios de este siglo, año 2001 en la ciudad de Rancagua, jamás pensé en dedicar los 24 años siguientes a la educación superior en Chile, pero entendí, junto a muchas otras cosas, que la docencia es una tarea donde se han de fusionar los diversos procesos de enseñanza y los procesos de la tarea administrativa que esta conlleva. Lo que suelo transmitir, al que quiera escuchar y debatir posiciones en el maravilloso y exigente mundo de la educación.
No es posible separar ambas responsabilidades.
No se puede ser un extraordinario docente en los procesos de enseñanza y no cumplir con obligaciones que cierran tales procesos, como efectuar las clases en tiempo y horarios establecidos, ejecutar las evaluaciones según calendario institucional, entrega y retroalimentación oportuna a los estudiantes de sus evaluaciones. Que gran malestar y pesar es posible ver en muchos jefes de carrera que reciben el enojo de sus estudiantes producto de la rendición de su examen final y no conocen su nota de presentación.
A la vez, tenemos la situación de excelentes docentes en sus obligaciones administrativas, destacándose por una entrega oportuna, a su jefe de carrera, de la planificación semestral de sus asignaturas; la asistencia a las reuniones de coordinación e información; participación de inducciones de escuelas, donde reciben directrices y lineamientos institucionales; participación en capacitaciones de formación pedagógica, entendiendo que un porcentaje importantes de docentes, hoy en día, no presentan dicha formación, obligando a las instituciones a entregar herramientas y conocimiento, por ejemplo, de planificación y evaluación.
La mención y breve descripción, de algunos procesos académicos y administrativos, nos permiten concluir que la docencia necesariamente debe entenderse como la conjunción de ambas tareas. Imposible, para toda institución de educación superior, el privilegiar alguna de estas, con ello se estaría atentando, renunciando a la calidad de la educación entregada y demandada por nuestros estudiantes.
A las evaluaciones de la gestión docente, por parte de la dirección superior, se suma la evaluación de la docencia recibida por parte de los estudiantes, ambas deben incluir en sus respectivos instrumentos los diversos procesos que forman la tarea docente, en sus aspectos académicos y administrativos. Lo anterior nos permitirá, junto a otras instancias, contar con el mejor equipo docente que requiere toda institución de educación superior.
Se tiene total claridad y convicción que un pilar fundamental, donde se sustenta la educación, es la docencia. Creo el más relevante y crítico en la formación integral de los estudiantes.
En manos de nuestros docentes y profesores está el devenir de nuestros futuros titulados, aquellos que requiere el desarrollo y prosperidad de nuestro querido país.
Por último, ante algunas consultas, creo que la labor académica y administrativa se puede representar, porcentualmente, como un 50/50. Una no es más importante que la otra, ambas son relevantes, ambas son lo que esperamos encontrar y saludar al hablar y pensar en docencia para la educación superior.